Un día una persona escribió al chat de nuestro instagram que estaba muy interesada de tomar el taller, pero que le era imposible asistir en las tardes. Sin timidez, sugirió abrir un nuevo horario en las mañanas para que ella pudiera venir.
La petición me sorprendió, pero no tenía razón para descartarla. Le dije que no era tan simple, eso sí, que debíamos abrir convocatoria y esperar que hubiese otra gente interesada. Y no solo la hubo, sino que se configuró una potente constelación de personas, historias y escrituras que hizo de esta una memorable versión y estableció un nuevo horario para nuestros talleres.
Las escrituras que conforman esta nueva camada fueron tituladas «Bordados y no cicatrices» por Andrea Salazar , «Mausoleo» por S.Andy «Mausoleo» , » Los paisajes se imprimen en mí como huellas» de Melisa Miranda, «Conticinio» de Patricia Chuquiano, «El pequeño pájaro de ojos rojos» de Claudia Sánchez, «Su madre, su abuela y ella» del Paloma Llambías y «Quisiera decir unas palabras» de Trinidad Perinetti.
Cada uno de estos textos es producto del proceso en el que nos embarcamos en las ocho sesiones que dura el taller. Escrituras que fueron germinadas aquí, o que estaban durmiendo en algún cuaderno y encontraron en este espacio un lugar para salir al mundo. Agradezco a cada una de ellas por nacer aquí y a sus autorxs por permitirme ayudarles a liberarlas.
Naomi Orellana, tutora.