Por Paulina Contreras
Cuando comienzo a hablar respecto a estos temas, quisiera encontrar a las personas que pudiesen tener sentimientos o experiencias similares para creer que no estoy tan loca como pienso.
Este encuentro entre lápiz y papel ha sido lejos mi mejor compañía, y que sin duda logró encontrar esa salida a cada pensamiento y sentimiento que van en una constante marea navegando y conociendo nuevas emociones difíciles de salir por sus propios medios, una libertad increíble de expresión que no necesita respuesta, sólo necesita un pequeño agujero para escapar de esos rincones oscuros, llenos de polvo y ocultos por tanto tiempo.
No será fácil el recorrido ni el encuentro con cada episodio de las historias, ya que existen aún esos temores a la crítica, al histórico prejuicio que hasta a mí me ha nublado por algunos momentos y frena este maldito lápiz con borrones o partiendo de nuevo, sin embargo me empapo de valentía para escribir que “el fin ha comenzado”. Podrá sonar casi como una película de terror, pero me gusta.
Para centrarme un poco en este capítulo, historia o simplemente escrito que he definido como el primero, no puedo dejar de mencionar ese imborrable e insistente sonido del teléfono un día viernes posterior a la hora de almuerzo, recuerdo que eran aproximadamente las 4 de la tarde y estaba en esa solitaria oficina como cada día de la semana, un fuerte portazo, el sonido del motor a toda velocidad y conduciendo con la mente en blanco como si los automóviles que iban a cada lado no existiesen, daban los primeros anuncios de la despedida que no se pudo concretar.
Hoy, como cada semana vienen esos recuerdos: una imagen, una cabellera completamente canosa, dientes torcidos y de color oscuro por el paso de los años, las coloridas plantas en el más humilde de los jardines, una gran parra con todos los tipos de uvas que podía imaginar y donde pasaba tardes enteras sentada bajo ella para respirar, sentir a los pájaros que se posicionaban a conversar encima de ella, oler es frescor acompañado de sombra y de paz era algo que sólo quienes estuvieron ahí podrían reconocer.
Nuestras jardineras con los rosales que nunca aprendí a cuidar, las infaltables calas, helechos y lavanda que aromatizaba todo el patio, más todas las especies de plantas medicinales clásicas del barrio que terminaban en la puerta del gallinero, son sólo algunos de los tantos aromas que aún permanecen en mi mente.
Por años ha estado presente el extraño cuestionamiento (tratando de entenderlo y buscando nuevas explicaciones o razones), de este paso por nuestras vidas y las experiencias desarrolladas en el transcurso de esta.
¿Será simplemente que pasamos a toda máquina y punto?
¿Aprendemos realmente cuando la mayor parte de las veces ya no podemos hacer mucho?
¿Cuándo lo aprendido será para una nueva experiencia, una nueva persona o un nuevo futuro?
Quisiera creer que series como “Dark” pudieran darnos la chance de volver aunque sea por breves minutos a ese pasado paralelo, abrazarte y decirte cuanto tiempo vacío dejamos, volver a jardinear, aprender de la ruda y de la ortiga tan presentes en tu casa como el aroma a Derby corriente en cada prenda de tu ropa. Por momentos lo creo posible, lo creo en mis sueños tan recurrentes, en esta percepción freak de tú constante presencia cuando ya han transcurrido más de 15 años.
Es realmente un misterio, que este nudo en la garganta aún aparezca al recordarte, tan singular como insólito, tan cuestionable y tan intruso que por momentos llego a creer que estás justo ahí en persona, en alma, o quizá en espíritu.
¿Realmente existe el espíritu?
Probablemente tantos años de Iglesia hicieron lo suyo, ese desarrollo de un seguimiento inculcado, pero no forzado en busca de todo lo que necesita una explicación, la alimentación de nuestra alma a través de la acción social ( aunque aún no daré por hecho la existencia de esta, refiriéndome al alma), pueden ser precisamente un aferro psicológico-dogmático.
Esta es mi pseudo- relación que afirma y cuestiona a la mayor Divinidad en cualquiera de sus nombres, pues la lógica de la razón versus la doctrina vivida son lo que hoy tal vez tengan una incidencia desconocida en esta sensación divina y oscura a la vez.
Tu presencia, una vida paralela llena de verdes y coloridos recuerdos, un credo sonante y punzante, un camino de luz y la convicción hacia el bien común quizá hoy tengan la difícil misión de encontrar esa respuesta.
Perdónenme por odiar, por odiar a quienes se paraban a tu lado a llorar en esta casa jardín, nuestra casa jardín que un día se tiñó de negro y aun así ese pálido rostro miraba y sonreía con agradecimiento, porque en el fondo me parecía que disfrutabas la visita a pesar de haberlas estado esperando hace muchos años atrás.
No puedo negar que aun así, es inquietante comprender la “culpa y temor” (método de adoctrinamiento eclesiástico según quien está escribiendo el documento) relacionado con el alivio de la liberación que nos proporcionan las religiones de otras culturas, pero aun así me es inevitable ese lazo que creo me parece tan real.
Es incómodo en muchas ocasiones y está presente cuando a veces expulsarlo podría ser la mejor de las soluciones, es inentendible, necesario e invisible.
No desaparezcas ¡preséntate!
Antes que caiga el sol, cuando ya no podamos ver las estrellas, cuando el agua sea nuestra batalla y la fe sea una consonante y una vocal unidas sin efecto alguno, ¡preséntate!
Déjame creer que las esperanzas de que mi hijo tendrá un mundo mejor, que los grandes y poderoso tienen un corazón para ayudarnos, dime que desde mis sueños me guiarás al reencuentro en el jardín con mi abuelo.
Para todos por favor ¡preséntate!
Déjame seguir soñando, déjame seguir fumando mi marihuana reflexiva para ver lo esencial invisible a los ojos, la que para algunos aún en este siglo sigue siendo el inicio del mal y para otros como yo, la conexión perfecta de razón y emoción. Sólo nos falta educación.
Por ahora creeré que tal vez de eso se trata todo, de soñar, de soñarte, de soñarlos, pero me queda un mundo o tal vez dos a los cuales seguir escribiendo antes de llegar a la conclusión, muchos lápices y hojas en blanco que rayar para seguir disfrutando, descubriendo, liberando y encontrándome con estas terapéuticas palabras que sin duda, marcaron una de las más complejas situaciones en nuestro mundo actual.