Por Juana Balcázar
Imaginarios puteriles es la segunda edición del primer fanzine que durante el año 2017, vio la luz como una compilación de escritos desde una convocatoria abierta, que se construye frente a un escenario constantemente punitivo del ejercicio de la profesión, donde los movimientos feministas tensionan la relación de dependencia “entre el ser mujer y ser puta como una discusión meramente identitaria”.
Es esta publicación impresa por Taller Fabrika de Valparaíso, la que reúne una serie de relatos y voces que nacen del Colectivo artístico de putas disidentes, conformado el año 2016 como una alternativa de organización entre distintas trabajadoras sexuales, vinculadas con el arte, la performance y la búsqueda de espacios reflexivos, donde se compartan experiencias y redes de apoyo.
El 2023 el colectivo se da a la tarea de compilar escrituras puteriles y compartir pensares, sentires e imaginarios. Entre sus relatos, más que plantear certezas se establecen preguntas sobre el trabajo sexual:
Que los dientes trituren tu carne
De los catorce relatos, bajo la edición de Renato Roble (Radioactivx), se retrata el trabajo sexual desde diferentes esferas y espacios de cuestionamiento y reflexión. Uno de los primeros textos, titulado “La Cula” (Kala), acerca la fantasía creada a través de la virtualidad. La “información dérmica no captada” mediante el lente de la cámara digital con ese toque cirujano. El juego de la perfección se junta para preguntarte si pagarías por acariciar las texturas de ese alisado culo “mejorado”, o sumergirte en la imperfección que las fotos no muestran.
Teodora Inostroza irrumpe con su texto “Lo que no dijiste al saber que soy puta”, y este es un golpe, una mordida también, frente al espasmo viril del hombre que cree poseer, que mira con la cara de “perro faldero”.
Las ilustraciones hechas por la artista Saturnalia Infinita acompañan los espacios de este fanzine, y no solo es compañía, pareciera que se leen, se mezclan, culean las imágenes y los textos, conforman un imaginario único que retrata el falo entre la lengua, la calle, los autos y las manos que llaman, el cuerpo esperando.
Esta relación se acentúa en el texto “Fueron tantos picos que chupé” de Valentina Kaoz, donde le sigue una ilustración de un cuerpo que lee, en cuatro, mientras cientos de hombres esperan su turno. Esta imagen también es la representación de este fanzine: Mira todos estos picos, y yo, sentada junto a las palabras que ocuparé, en la venganza donde solo me reconozco, gimiendo como nunca antes, hasta volverme tan solo una sombra de lo que antes fui.
En Corolarios alucinantes del señor Víctor, Radioactivx trae a modo de anotaciones, bitácora o hasta lo que podría ser un diario, las reflexiones y vivencias de aquel “hombre casi perfecto”. El relato del placer adherido al falo. El autor se ríe de aquello, también se queja, traspasan la página los cuatro centímetros entre sus piernas e irrumpe en la plasticidad del placer ¿Qué es ser un hombre? ¿Los clientes quieren un hombre? ¿Uno con un gran pene que los destruya? Al parecer se es inofensivo, “un producto penetrable más económico”, dice. Pero aún así, está esperando en el velador su prótesis “Cyberskin”, recordando que la mano también es un alto órgano sexual.
Re (coger) la memoria
La crónica de la Rubia Rizada, escrita por Inés de Apaza, demuestra la variedad de matices que tiene esta publicación y llevándolo al terreno del documento histórico. Las maestras, el traspaso del oficio en la oralidad, y las vivencias de las que ya no están para dejar un legado a las que vienen. Aquí Inés encapsula el mundo vivido por Alejandra Rebolledo Villegas, mujer trans travesti operada de 60 años, que por el 2019 trabajaba en la calle Freire, de Valparaíso. Los párrafos de esta crónica chorrean potencia, quiero destacar un extracto:
En el reconstruir también está el atestiguar la persecución jurídica que han vivido lxs putxs a lo largo de la historia de Chile. Sol Afrania, abogada por profesión y por pasión, puta de oficio y por decisión. Construye de forma detallada el artículo “La constitución política de Chile y su código civil: los proxenetas más cabrones”. Aquí, establece las normas constitucionales que impiden el reconocimiento jurídico del trabajo sexual, realizando un análisis agudo y también planteando preguntas: ¿Que exista un ordenamiento jurídico garantiza libertad y protección? Reflexiona sobre el rol de las instituciones en el espacio del comercio sexual, y abre la discusión seria en torno a la necesidad de una reparación histórica, con base en un marco normativo que permita a lxs putxs acceder a la seguridad social.
Tomar el mango y desgarrar
Desde el texto “La tercera es la vencida” (Nico L. Atarka), el fanzine entra en una especie de fuerza que empuja la lectura a un espacio culmine, un clímax. Este texto es primordial para dar contraste a los diferentes relatos que le siguen. La forma en la que se construye denota crudeza y realismo que se escriben de forma ágil. La narradora toma el mango del atacante, y nos da la satisfacción de la venganza contra la violencia que ejerce un cliente.
Esto también se siente en el escrito de Saturnalia Infinita, “Ojalá quedemos todos sin ojos”, el cliente pasa a ser el “pueblo de chile” que ilusoriamente cree “despertar” y abrir los ojos. Aquí la autora les grita un “¡No!” rotundo. Les dice en la cara que ojalá todos pierdan los ojos, porque es el mismo pueblo de Chile al que no le importará si una travesti muere, es el mismo pueblo de Chile que la volverá a matar.
Los tres últimos escritos decantan y nos acercan de manera clara al final del fanzine, pero no por ello, se pierde la potencia de sus palabras. Al contrario, textos como “Lo maraco no quita los prostituto” de Josecarlo Enríquez y “Traficando placeres” de Noelia de Shalá. Comparten profundas reflexiones sobre los roles que se constituyen en las propias dinámicas del sexo, la relación de la virtualidad con la esclavitud laboral bajo la dinámica de la pantalla. Develando el devenir de las múltiples vivencias que constituyen el trabajo sexual, y que sin duda, construyen un imaginario puteril desde la escritura de la carne.
El fanzine revela que también la lengua puede salir de la boca y reírse de eso mismo que se transita, palabrear, construir la historia desde “el sujeto”, y que nadie lo haga por ti. Esa poesía magnética que se aprende solo en la práctica, se desmonta y se convierte en el arma más latente que podría tener alguien. Y, quizás así, esa “artista del amor arrodillada”, muerda el falo del “hombre verdadero” y chorreé los “Imaginarios Puteriles”.