“No sé qué relación tendría Hugo con su poesía, realmente, pero lo que yo podía ver por fuera, es que era una forma en la que él había podido conservar su identidad, de alguna manera. Porque cuando uno llega al hospital psiquiátrico o al menos al hospital psiquiátrico que hay aquí, en Sucre, uno lo pierde todo, absolutamente, más que en la cárcel. En la cárcel uno conserva su identidad, uno hace una identidad más fuerte en la cárcel, como estos reos que se ponen ahí a ser poderosos. En el psiquiátrico no, cuando uno entra al psiquiátrico, pierde su identidad, deja de ser alguien incluso. Pierdes tus posesiones materiales, porque en el psiquiátrico no hay ningún objeto personal, no es que puedas tener en tu cajón tus cositas, eso no hay, toda la ropa es compartida. Los objetos personales, si tienes alguno, se lo guardan en la enfermería en una caja con llave y te lo dan solamente cuando te vas a tu casa para siempre. Pero allí adentro no tienes ningún objeto, no tienes ropa personal, muchas veces tu familia se ha olvidado de ti, como es el caso de Hugo, que su familia lo abandonó, y durante 50 años nadie preguntó por él. Hasta los 30 años tuvo alguien que preguntaba y después ya nada. Entonces Hugo, como muchos otros de ahí, no tenía nada, solamente le quedaba la poesía a Hugo, porque él era el poeta del psiquiátrico. Y cuando había un evento, el Día de la madre o el Día del médico, no sé qué, había un escenario, y Hugo siempre que había un escenario subía y recitaba uno de sus poemas. Y le encantaba a él hacer eso, él estaba en el patio y escribía poemas, y los vendía a los visitantes, o los regalaba a quien quería regalarlos. Cuando iba la prensa al psiquiátrico, la radio, la tele o el periódico, siempre entrevistaban al poeta del psiquiátrico, preguntaban “¿Dónde está el poeta, dónde está Hugo? “Allá”. Y Hugo estaba encantadísimo de hablar. La poesía de alguna manera le salvó la vida a Hugo. Es decir, el conservaba una única identidad que era ser el poeta del psiquiátrico. Uno de los pocos que había conservado una identidad, porque el 99% de los pacientes es nadie allí dentro, es nada, porque no tienen ninguna voz por sí mismos, no pueden decidir irse de ahí, irse o quedarse, y además es para siempre, no es como en la cárcel que tienes 20 años de condena, no, en el psiquiátrico ellos se quedaban para siempre, hasta la muerte. Entonces llegas ahí y pierdes todo absolutamente. La gran mayoría es así, son como fantasmas, ni siquiera hay fotos de ellos, nadie les saca fotos, no hay registros, no es como que tienen un álbum familiar…nosotros tenemos un Facebook, ahí están todas nuestras fotos, ellos no tienen esas cosas, no tienen Facebook, no tienen álbumes familiares, casi ni nombre adentro, entonces son como fantasmas, no les queda nada. A Hugo sí le quedaba algo: la poesía. De alguna manera le había salvado la vida a Hug la poesía”.
Poema recitado por el poeta Hugo Montero en la película Mar Negro:
Yo se que hay quienes dicen
por qué no canta ahora
Con esa locura armoniosa
de antaño
Ellos no ven
la labor del minuto
ni el prodigio del año
Un supremo cansancio tengo
De noche parece que desando
Escucho ruidos
por donde ayer anduve
Y los soplidos de mi propio espíritu
Exitación nerviosa
dice el médico
Con estos bromuros
se calmará seguro
Qué ridículo doctor es
tu diagnóstico
que me haces sonreir
Más tu ciencia
ciencia suprema
Es una luz cuyo
fulgor no quema
Doctor, dejame quieto
Prefiero antes que
romper el esqueleto