Por Ivón Figueroa Taucán
Sensibilidades que sobrevivieron una dictadura es un libro que pone en valor el habla de ex presxs políticxs y familiares de detenidxs desaparecidxs desde la Asociación por los Derechos Humanos de Parral, que despliega sus activismos intergeneracionales al sur del Maule. El equipo de investigación, liderado por la socióloga Esperanza Fuentes y compuesto por Cristina Pradenas, Macarena Espinoza y Ariel Gutiérrez, pone el ejercicio de la escucha activa al servicio de las víctimas indirectas de la dictadura, en lo que dicen y cómo lo dicen.
Hay un ejercicio de selección explícito en el proceso creativo del libro. En él, la relevancia de visibilizar las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura cívico-militar en Parral no está puesta en lo descarnado y visceral de sus descripciones, tampoco en su magnitud estadística o judicial. Sino en los colores, las imágenes, los aromas, las canciones y las emociones con las que la memoria de un ser querido, que luchaba por la dignidad de su pueblo, se hace posible en el presente.
El recuerdo de ir a comprar harina al molino a las 7 de la mañana, de llevarle el desayuno y el almuerzo a un hijo detenido, una canción de Sara Montiel, la tetera hirviendo, un rostro joven, la voz de un milico tratando a una madre de ignorante, el abandono de los hijos menores por ir en búsqueda del mayor, partidos de fútbol, onces compartidas, sueños que no se cumplieron, pacos vigilantes en cada esquina, hombres que no salen de casa a buscar, mensajes en sueños que nunca llegaron, el deseo de una cueca, los libros de Quimantú, las chaquetas de cuero, crecer en un taller de soldadura, aprender a no llorar, el gusto por el mate y el arroz con leche.
Desde los movimientos sociales se ha elaborado el concepto impunidad biológica para referirse a estructuras estatales perversas, que se aprovechan del paso del tiempo sobre los cuerpos para permitir a criminales de lesa humanidad morir sin ser juzgados; y que condena a familiares de desaparecidxs y ejecutadxs políticxs a llegar hasta el final de sus vidas esperando justicia. A medida que pasen los años y las generaciones en lucha pasen la posta las unas a las otras, serán los archivos judiciales, los documentos, los registros fotográficos y audiovisuales los que reconstruirán las memorias de lo ocurrido en Chile desde el golpe de Estado de 1973. Sin embargo, publicaciones como esta serán un instrumento para conservar las palabras y las sensibilidades de pueblo vinculadas a la resistencia política a la dictadura en el Maule Sur. Una dimensión a la que solo se accede conversando, mirándose a los ojos, escuchando activamente y registrando comprometidamente desde el territorio. En palabras de Esperanza Fuentes, yendo “en búsqueda de la memoria, para, solo entonces, no olvidarla”.
Si bien esta investigación se propuso no imponer ninguna teoría preconcebida por sobre los testimonios, sí manifiesta un punto de vista, una generación desde la que se escucha y un lugar de enunciación. Ejemplo de ello es que sitúa el impulso de hacer memoria en torno a Colonia Dignidad en una cafetería del centro, donde dos integrantes del equipo de investigación compartían horario laboral. Entre tortas, café en grano, pasteles de yogurt y galletas producidas por el enclave alemán, exigen su desalojo y expropiación. En ese sentido, este libro opone una mirada parralina a grandes producciones de la industria comunicacional, como la serie documental Colonia Dignidad. Una secta alemana en Chile, estrenada el 2021 en Netflix que, a pesar de contar con entrevistas a testigos oculares de la instalación de la Colonia, como Gustavo Torres, omite aspectos como el robo de niñxs en el hospital y el tráfico de órganos, que resultan fundamentales para señalizarla como centro de delito organizado, perpetuado por nazis escondidos en Chile. El libro, además, releva gestos de desidia hacia lxs campesinxs por parte de lxs alemanxs de la Colonia, como la instalación de cercos con sensores en medio del campo bajo la justificación de que “los chilenos son muy ladrones”, el saboteo de apicultoras, el incendio de casas, la obstrucción de caminos, el espionaje a habitantes del sector y el bloqueo de aguas termales con cemento para evitar que el lugar sea frecuentado por las personas. En palabras de Gustavo Torres: “¡Qué se vayan. Y dejen la tierra a los campesinos que les pertenecía eso!”.
Una de las premisas fue desarrollar todo el proceso con un enfoque feminista. Fruto de aquel posicionamiento, es la caracterización de las labores de búsqueda como una acción realizada principalmente por mujeres. Pero no solo resalta la feminización de la búsqueda, sino su denostación por parte de la comunidad. Tal como señala Elizabeth Saldías en su testimonio, antes de conformarse la Asociación como tal, ya habían palabras que las nombraban: “viejas locas, viejas ralladas, viejas que no tienen nada que hacer en la casa, viejas que se les fueron los hijos, viejas perro que solo saben buscar huesos”. En estas palabras de juicio hay dos formas de castigo social. Primero, la de ser mujeres haciendo algo que no les es debido: la resistencia política. Y segundo, una marca generacional: ser viejas. En este modo de enfocar la memoria, se expresa un distanciamiento de lo que esperaba la izquierda tradicional de su sujeto revolucionario, esa figura arcaica del hombre nuevo. En lugar de un hombre nuevo, esta investigación posiciona a la mujer vieja como sujeta política activa.
Así como la experiencia de los miembros y miembras de la Asociación por los Derechos Humanos de Parral es reconocida y reconocible en este libro, es indispensable relevar el estilo de investigación que hay aquí presente. Esperanza Fuentes —la autora— es una artista visual y socióloga parralina. Ambas pertenecemos a una generación formada por educadores populares que determinaron para siempre nuestra forma de investigar. Nos hicieron ver que los informes que entregábamos no servían para nada si no éramos capaces de transformarlos en productos que puedan ser comprendidos por esas personas que, despectivamente, las ciencias sociales llaman sujetos de estudio. El punto de vista de la educación popular hizo que no concibamos nuestro quehacer sin videos, canciones, danzas, talleres, fanzines, tejidos, escrituras e imágenes. Y, en esa hibridez, reconozco el trabajo y el quehacer de mi amiga y colega en esta publicación que insiste en la visualidad como un componente ineludible para la re-composición de este imaginario político parralino.
Sensibilidades que sobrevivieron una dictadura es un encuentro entre generaciones comprometidas con la promoción y defensa de los derechos humanos. Por una parte, sobrevivientes a la dictadura con memorias y experiencias en primera persona de la represión y la organización política de aquellos años. Y, por otra, jóvenes con compromiso político por la memoria y con nuevas herramientas para mantenerla viva. Este lanzamiento es un hito que abre preguntas para el futuro, cuyas respuestas exigirán continua experimentación: ¿Cómo hacer sostenible el encuentro generacional en el tiempo, tras esta publicación? ¿Cuáles son los usos de la memoria de la dictadura en Parral? ¿Qué hacer hoy con la memoria del terrorismo de Estado en el Maule Sur, contra quienes protagonizaron los proyectos de transformación social de su época?
*La mujer vieja como sujeta política: Sobre «Sensibilidades que sobrevivieron a una dictadura». Texto leído en el lanzamiento del libro, realizado el 08 de diciembre de 2023 en la Junta de Vecinos N°11, Parral.
Ivón Figueroa Taucán
Socióloga trans-travesti y diplomada en Educación, Memoria y Derechos Humanos. Actualmente realiza el Magíster en Teoría e Historia del Arte de la Universidad de Chile, como becaria ANID, con el proyecto “La museificación de octubre. Estrategias de mediación para exhibir el archivo de performance Estallido Social Chileno en una galería de artes visuales”. Desde 2018 es performer e investigadora del proyecto Yeguada Latinoamericana. Se dedica a la investigación en arte contemporáneo, disidencias sexuales y derechos humanos.