Entrevista al director de cine chileno Ignacio Agüero en el marco de la primera edición de la escuela de cine experimental Transfrontera.
Naomi: Me interesa profundizar en la idea de “desaprender”. A qué te refieres cuando dices que en el cine “no hay nada que aprender”.
Ignacio: Esa idea de desaprender tiene que ver con lo que ha ocurrido con el cine y la formación en el cine, que ha derivado -a partir de la industria que llegó acá – en la idea de que hay un modo de hacer cine, y de pensar el cine, como si hubiera un solo modo y como si la realización se hiciera de una manera. Como si estuviera todo formateado o reducido a protocolos. Y eso es todo un mundo del que hay que deshacerse porque solo conduce al cliché. O conduce a la formas conocidas de mirar, a una reproducción de las formas de mirada, una reproducción, al final, del sistema. Una reproducción cultural y política. La idea de desaprender tiene que ver con eso, con desarmar esos esquemas de formación, que son totalmente distorsionadores de lo que el cine es.
N: ¿Y qué es lo que el cine es?
I: Yo me inclino por el cine de autor, y el cine de autor sería un cine que está siempre naciendo. La relación de un autor con la historia del cine, y con su quehacer, generará siempre algo propio, nuevo. En esta idea de desaprender hay una sola fuente: la historia del cine. Lo que está en la historia del cine, lo que está hecho, esa es la verdadera escuela. La escuela está en la historia de cine, y en el mundo, y el modo de que cada autor tiene de enfrentarlo.
N: Algo así como explorar la propia formación…
I: La formación por la experiencia. Toda escuela es un deformador.
N: Para alguien que se está iniciando está idea del desaprender puede llevarlo a la incertidumbre ¿Cómo se empieza entonces?
I: Viendo cine y haciendo cine y conversando de cine con otros. Y leyendo. Esa es la manera. Por medio de la experiencia de cada uno, por medio de la conversación. Poniendo en contacto a personas en torno al cine. Pero no hay apuntes o protocolos de enseñanza, yo no creo en eso.
N: Uno corre el riesgo constante, en el camino de aprender, de inclinarse hacia espacios y prácticas conservadoras . Eso del “desaprendizaje” puede ser también una actitud, casi que una estrategia, de nunca descansar en un método, o una forma, o seguir replicando lo que uno mismo sabe o descubrió y quedarse en eso.
I: Si uno parte experimentando la creación, en relación con otros creadores y con lo que ha visto del cine, no debería generar eso una rutina encasilladora. Tiene que ver también con las expectativas. Está todo muy relacionado. Si tú formas gente para la industria, por supuesto que eso tiene modos, maneras, rutas y protocolos; pero si estás fuera de eso, hay que estar inventando siempre.
Como yo soy documentalista, y esa es mi experiencia, y es muy particular, me he financiado en general desde los fondos audiovisuales del Estado. Y en esa particularidad he tenido mucha libertad de creación y no he trabajado para nadie, ni para un deber ser del cine, ni para ninguna expectativa. He podido trabajar para explorar.
N: Pero tomar el cine como un medio de exploración es tu actitud personal, está más allá del medio de financiamiento.
I: En la particularidad chilena, los fondos del Estado me han permitido trabajar con libertad total. Los fondos estatales tenemos que defenderlos en ese sentido, que permiten trabajar con libertad. Si logras terminar una película financiada por este mecanismo, nunca pasa por una instancia revisora, más que por las boletas. Eso es algo que tiene mucho valor y que hay que defender.
N: Hablemos de Transfrontera. Esta escuela de cine -también financiada con fondos del Estado- que se sitúa en las fronteras, pero no solo del territorio. Va más allá del cruce cultural y propone un forma de abordar también la creación en cine desde lo “trans”.
I: Me interesa porque intuyo que es interesante. No conozco los postulados de la transficción, pero me interesa cómo trabaja Camila. Me interesa por las características que tiene de cruzar fronteras y eso es muy expresivo, dice muchas cosas. Encuentro que es una idea macanuda cruzar las fronteras geográficas y políticas de los países. Transgredirlas. Eso tiene una potencia significativa, que va más allá de ese hecho y lo lleva a inundar toda la concepción de hacer películas. Tiene que ver con la transgresión de las fronteras ideológicas y formales. Me interesa lo trans. Pienso que el cine siempre tiene que ser así, siempre tiene que estar rompiendo las fronteras y abriendo expresividades nuevas.
N: Además de plantearse desde este lugar, hace énfasis en lo experimental. Queda muy claro que no será una escuela de cine clásica.
I: Eso es muy exigente. Es radicalmente exigente. Me interesa practicar ese tipo de encuentros, de esta “especie de alumnos”, con esta “especie de profesores”. Me siento cómodo porque es algo que yo practico en la Universidad de Chile, donde hago clases, en el taller de cine documental. Experimento la “no enseñanza” y tiene que ver de alguna forma con lo que postula Rancière en “El Maestro Ignorante” o Jacotot, con la pedagogía de la experiencia. Entonces me parece interesante este encuentro, entre alumnos y profesores. Donde lo que hay que hacer es cualquier cosa menos enseñar.
N: ¿Cuál es el problema con enseñar?
I: El problema con enseñar es que uno impone algo a otro y en ese imponer está la calificación del otro como un ignorante, como alguien que no sabe, y del profesor como alguien que sabe, y frente al fenómeno de la creación eso no tiene ningún sentido. Sí existe la idea de la transmisión, que es distinto de la enseñanza. La trasmisión es poner a una persona en contacto con otra que tiene un gusto, una idea sobre el hacer, pero que no pretende enseñarle sino dejarla ver.
N: ¿No sería entonces la experimentación una condición sin equa non del cine?
I: Estoy totalmente de acuerdo. El cine es experimental. Aunque eso también es curioso porque existe en la academia el “cine experimental” como un tipo de cine, y ahí estamos mal porque lo experimental es parte de la creación, en el arte, en cualquier forma artística.
N: A propósito de Ruiz – a quien pronto homenajearán en la Cineteca Nacional- y de la no enseñanza; hoy vi una película de él: Klimt, donde había un personaje muy peculiar que era el “Señor No”. Lo más curioso era que Klimt, el pintor, respondía que no a todas las preguntas del Señor No. La cosa es que el Señor No, era quien había votado que no cuando Klimt había postulado a la Academia de Bellas Artes, y en muchas otras instancias donde pudo haber recibido premios, estudios, y ese tipo de cosas.
I: Qué bueno va a estar eso, me encantaría ir… Le encuentro mucho sentido. La gente dice “no, pero es que yo no sé”. Pero saben. La gente cree que necesita un carnet, algo, una legitimidad que le da otro, por eso van a una escuela, para que alguien le dé una legitimidad de ser creador. Pero todo el mundo puede hacer una película, están todos muy educados al respecto, el trabajo siempre es des educarse para encontrar lo que rompe con lo que conocemos y eso no es un trabajo intelectual sino que es un trabajo material, de mover los elementos.
N: Qué le dirías a la gente que va a participar de Transfrontera y que de alguna forma se están acercando al cine desde el hacer por primera vez. A los futuros residentes y aprendices del cine.
I: Lo que les diría que ellos serán parte de un sistema de aprendizaje en el cual su proyecto y sus ideas enseñaran a otros, así como ellos aprenderán de las ideas de los otros. Ese es el sentido que tiene el taller que yo haré. Lo primero es que no existen las jerarquías, no hay enseñadores, hay creadores y al tratarse de creación son todos iguales. Y en esa relación de iguales, transversal, uno enseña tanto como aprende. El aprendizaje está en la mirada que uno pueda proponer y de ser fiel a esa mirada, de trabajar esa fidelidad evitando las contaminaciones. Muchos proyectos vienen con el cliché estampado en su escritura, y el trabajo es desarmar el cliché. Y ahí hay que ser duro…
N: En qué sentido duro ¿ser porfiado?
I: Claro, no dejar pasar esas cosas. Digamos que toda primera escritura es cliché. No es que uno cae en el cliché, todo es cliché de partida.
N: ¿En qué estás ahora? Entiendo que pronto estrenarás “Cómo me da la gana 2”.
I: En estos momentos estoy dedicado a preparar un taller de cine para unos niños en un colegio. En una escuela en Coyhaique. Me voy el viernes y el lunes, martes y miércoles hago un taller para niños de 7° a 8° básico. Tiene que ver con entrar en la escuela y ver cómo es eso de la escuela. El viernes cuando llegue, me voy altiro a la escuela y lo primero que haremos será oscurecer una sala, vamos a partir por eso, por producir una sala oscura. Llevo bolsas de basura, gruesas, para que no entre luz. Oscurecimiento total, para que el ojo pueda concentrarse en la imagen. Entonces van a llegar el lunes, a su sala de clases, completamente oscura, a mirar películas.
Por Naomi Orellana